sábado, 27 de marzo de 2010


Siempre intenté hacer de mi vida una novela romántica, heroica, tal como Romeo y Julieta, pero sólo logré una versión desmejorada, más trágica. Mi (intento de) vida no tuvo el mismo “fascinante” final. Nadie me amó lo suficiente como para entregar todo por mí. No existía Romeo, pero aún así, yo (te) imaginaba. Moría de amor (aquel que NO sentías por mí, y yo sí MUCHO por vos) cuando me besabas. No por el beso en sí, (a decir verdad era un mar de saliva en tiempos de tormenta), sino porque cuando mis labios rozaban los tuyos, sentía que el tiempo se detenía, que la luz se apagaba y, de repente, éramos sólo VOS y yo. Me olvidaba de mi vida, y de los problemas que implicaban seguir en ella.

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